Ése niño siempre había querido tener una cometa.
Su madre no tenía dinero para comprársela.
Su padre no tenía tiempo para enseñarle a usarla.
Ése niño se fue haciendo mayor.
Creciendo y estudiando en escuelas publicas.
Sin más privilegios que los demás.
Sin una infancia fácil ni definida.
Ése niño creció y se casó.
No por amor, si no por falta de esperanza.
No vivía mal, no vivía bien.
Vivía.
Ése niño pasó por delante de un escaparate.
La tienda era de madera, vendía antiguos juguetes.
Ningún niño se interesaría en ése lugar.
Pero él avispó de reojo una cometa azul.
Ése niño la compro.
A sus 48 años corrió hacia la playa.
Levantó la cometa con los brazos.
Y dejó que el viento la hiciera volar.
Ése niño tenía tan poca felicidad dentro de su cuerpo.
Que pudo flotar.
Y agarrado a su cometa
Ése niño aprendió a volar.
Love and Rockets,
Me.